El domino es un juego milenario de la dinastía China, que ha recorrido el mundo gracias a los migrantes que se embarcaron a Europa y al nuevo continente. Es un juego de mesa que lleva una connotación tanto de diversión como de aprendizaje muy utilizado en las aulas escolares como herramienta pedagógica, ya que está lleno de entretenimiento y emoción.

Este juego es una derivación de los dados de seis caras, que se convierte en fichas rectangulares divididas en una misma cara en dos partes iguales, donde cada una lleva marcado de o a 6 puntos, dándole a cada ficha un par de valores posibles para defenderse en el juego.

El domino es un juego milenario.

Este milenario juego surgió en China, pero su nombre es de origen francés y ha logrado gran popularidad en Latinoamérica, sobre todo en los países del litoral caribe como Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y Panamá. Las 28 fichas del juego más básico permiten tener igual número de puntos en una ficha (dobles); recuadro sin puntos(blancas); recuadro con un punto (pitos o unos); dos puntos (doses); tres puntos (treses); cuatro puntos (cuatros); con cinco puntos (cincos) y con seis puntos llamados seises, donde el doble de seis es el preferido para inicial el juego, a menos que se determine lo contrario.

La versión original se juega con dos parejas de participantes, sin embargo, existen otras versiones que solo requieren un número mínimo de dos participantes para iniciar una partida, ya que el objetivo es encajar una ficha en alguno de los dos lados del juego, tratando de terminar de utilizar las piezas antes que el opositor o al no tener más opciones en el juego el jugador que sume menos puntos será el absoluto ganador.

El domino como herramienta pedagógica

Los psicólogos, educadores y terapeutas han catalogado los juegos de mesa como una herramienta pedagógica, que fuera de incentivar la memoria, la motricidad, el conocimiento y el desarrollo de habilidades, también es un poderoso instrumento a nivel cognitivo y afectivo para el niño y el ser humano. Por eso el domino al ser un juego con reglas simples puede convertirse en un elemento que integre la familia, los amigos y los compañeros de clase, logrando llenar espacios de esparcimiento que libere conocimiento y felicidad en el ser humano.

La utilización de las piezas clásicas y las variadas adaptaciones con figuras, hacen de este lúdico juego una fuente ideal para fortalecer la concentración y la memoria, a la vez que aumenta la agudeza visual y las habilidades psicomotoras, ya que se debe prestar especial atención a las fichas que el opositor juegue, de forma tal que se encuentre la estrategia correcta para ganar.

Contar puntos o establecer las similitudes en las figuras mejoran las habilidades matemáticas, ya que las secuencias lógicas desencadenan en el cerebro múltiples estímulos que hacen que exista una mejor comprensión de lectura y se pueda llevar a cabo acciones referentes a cumplir parámetros en las actividades escolares y en las tareas en el hogar, que se verán reflejadas a largo plazo en la forma como se desempeñe en la vida laboral y profesional.

El domino al practicarse entre varios jugadores es una herramienta que permite la interacción social, llevando a afianzar las habilidades de comunicación, el comportamiento socio afectivo y las pautas de respeto en una comunidad, ya que hace uso del manejo de las emociones, la tolerancia y la paciencia, al tiempo que fortalece la lógica y la resolución de conflictos, encajando las piezas necesarias para fortalecer el desarrollo integral del niño y del ser humano.